No amigas, no intentéis buscar la traducción de agua y aceite. Esto es una forma muy divertida de presentar a nuestras dos protagonistas de hoy: Kim Kardashian y Kristen Stewart, que son completamente opuestas y sin embargo, las adoramos por igual.
No me voy a centrar en sus respectivas carreras profesionales, porque eso, sinceramente, no me interesa demasiado.
A mi lo que me gustan son ellas per se. ¡Y porque son auténticas!
Kim es una señora muy segura de sí misma, eso se nota…
Kim tiene el pelo extremadamente brillante, casi siempre sonríe, es
generosa con sus escotes, tiene unas caderas que harían acomplejar a
cualquiera, mientras que ella las marca bien marcadas.
Se preocupa mucho por su apariencia física y tiene su propio estilo a la hora de vestir, sigue las tendencias sin ser una it-mamarracha-girl.
Su pareja actual es Kanye West, que me parece un señor muy talentoso y que también cuida mucho su atuendo.
Visualmente hacen una pareja muy bonita, ¿verdad?
La última noticia que tengo es que ella ahora está embarazadísima pero que ese pequeño detalle no la hace bajarse de sus tacones.
Seguramente ese doctor o doctora le habrá dicho que abusar de los tacones no es muy bueno, y menos si se está en estado, pero a Kim le debe importar poco.
Ella se levanta por las mañanas y se repite cual mantra «antes
muerta que sencilla», porque ella está programada y diseñada para disfrutar de los placeres de la moda sin miedo a nada.
Y en el otro extremo está Kristen, que también parece segura de sí misma, pero en el sentido de estar segura de lo que piensa y cree.
A duras penas le brilla el pelo, es siesa como ella sola, cuando sonríe casi le duele, tiene el tipo ideal de jovencita pero jamás presume.
Kristen no es simpática ni pretende serlo, no es falsa.
Me imagino a esos fotógrafos en día de premiere gritándole «aquí, mira aquí, una sonrisa» y ella simplemente les mira, acordándose de la madre de todos y cada uno de ellos.
Su estilo al vestir es tremendamente descuidado, pero se ve que ella lo disfruta, va cómoda y lleva esa melena, tan típica en ella, suelta y manoseada.
Parece que todo el momento moda le toca un pie y ella es capaz de ir a los Oscars con unas muletas horrorosas o aprovechar un matojo para quitarse las converse y ponerse unos tacones.
Eso sí, cuando va de Balenciaga está ma-ra-vi-llo-sa.
Su pareja es Robert Pattinson, que comparte con ella su odio al champú, una piel de marfil y un estilo urbano y descuidado.
Quizá sean tal para cual, pero lo siento, no me gusta, parecen hermanitos.
Por eso nos gustan estas dos señoras, porque tienen su propia personalidad, van a lo suyo aunque en direcciones completamentes diferentes.
Amigas, poned una K en vuestra vida y no os aburriréis jamás.
quedivina 